Novedades:El dolor ha remitido pero no ha desaparecido, Estos días he estado caminando por la habitación unos minutos, lo más tieso posible y sin mirar hacia abajo. Hoy he caminado una hora. Aunque aún no puedo sentarme con normalidad, he dejado de tomar las pastillas explosivas y percibo que esto mejora. Necesito estar bien para el lunes.
Bengoechea va a estar fuera hasta el próximo día 15. El tratamiento continuará en su ausencia aunque no me supo precisar el nombre del hematólogo que será el titular del asunto en su ausencia. Tenían previsto el decidirlo en una reunión el día 5 a la mañana.
Antes de esta reunión, me visitó a una hora inusualmente temprana para despedirse. Su idea, si no se producen complicaciones, es la de comenzar el tercer ciclo de la quimio el 13 o el 14 de diciembre. Unos días de medicación intensa y toda la recuperación en casa. Consulta médica cada dos días en el hospital e ingreso inmediato en caso de fiebre.
Quiere comenzar un ciclo nuevo de quimioterapia, hasta los ocho previstos cada 21 días. Con los cálculos que he hecho el 2 o el 3 de enero estaré de nuevo ingresado.
Cuando le mostré mi perplejidad por enviarme a casa en fases en las que estaré con las defensas a cero, me contestó que ya han tenido tiempo de observarme en estos dos meses y hacerse una idea de mi tolerancia al tratamiento. Las extremas medidas de aislamiento a las que me han sometido se deben a que un hospital es infinitamente más peligroso que mi casa para contagios graves e inconvenientes. Me dará una guía completa de cómo comportarme en casa y en la calle.
He visto la película Leones por Corderos (o viceversa). Hay dos diálogos soberbios que se producen en paralelo. El de un profesor de universidad con su alumno, y el de una periodista demócrata con un prometedor senador republicano.
El primero trata sobre el compromiso de las personas para con la sociedad en la que vivimos. El segundo trata sobre la responsabilidad y la impunidad. El resto de la película con sus disparos, helicópteros y talibanes es puro envoltorio.
Disfrute mucho de la película. Incluso había momentos en los que escuchaba los diálogos con los ojos cerrados sin mirar a la pantalla. Se puede estar de acuerdo o desacuerdo con todo o parte de los argumentos de los cuatro tertulianos, pero, al menos a mí, tuvieron la virtud de hacerme dudar.
La volveré a ver (o escuchar ).
Sensazioak: Nahiz eta ia hamar egun ohean etzanda egon, ez nago ez deskantsatu eta ez indartsu.. Nekatuta nago. Eta nagia.
Gaur hasi naiz berriz jimnasia zerbait egiten eta gelatik buelta batzuk ematen.
Nekea desagertzeko modurik onena zerbait egitea dela deritzot.
Ordenagailuan idaztea ohean etzanda ez da batere erosoa. Pantalla edo teklatua, bietako bat, beti gaizki ikusten da eta katxarro hauek altzoan edukitzeak ikaragarrizko berotasuna ematen du.
Bihar aulkia ohe gainera jasoko dut eta bertan ordenagailua jarri eta zutik idazten eta iarkurtzen saiatuko naiz.
Después de tantos día de dolor de cabeza empiezo a sospechar que mi cuerpo se ha pasado al enemigo. Cuando los dolores se producen por espacios cortos de tiempo, tengo la impresión de que mente y cuerpo se alían para combatirlo. Cuando alguno de esos dolores se establece en el cuerpo y hace de él morada permanente es cuando asumo que el sistema neurológico, los órganos, los músculos y los huesos, son parte del problema. Estoy deseando poder firmar las paces con mis meninges.
Emozioak: Bigunak, lehunak, gurinak, maxkalak, zimelak, intimistak, pastel kolorez margotuak, mendebaldeko haizearen ikutuarekin, oroimenez ornituak eta malko bidaiari batez umotuak.
Reflexiones: Vuelvo sobre las palabras y los pensamientos que a fuerza de recurrentes anticipan una realidad que termina por llegar. Las profecías autocumplidas. No es exactamente lo que se define como “Efecto Pigmalión” pero es muy similar.
Lo comentaba en este blog hace unas semanas a cuenta de un artículo de Javier Cercas en el PS, y lo traigo nuevamente a colación porque estos últimos días he estado acompañado por sentimientos algo lúgubres.
No puedo permitir que estos fantasmas permanezcan cerca y trato por todos los medios de ahuyentarlos de forma definitiva. No es fácil. Parece que cuanto más quieres que determinadas tramas se esfumen estas se cuelan por las rejillas de la ventilación que alimentan la sala de máquinas de los pensamientos.
Casualidades de la vida y la literatura…. En la novela que estoy leyendo, hay un personaje llamado Salvo Montalvano. Es un comisario de policía siciliano muy poco proclive a incluir entre sus reflexiones nada que tenga que ver con lo transcendente y lo espiritual.
Montalvano presumía de un reloj biológico que le funcionaba muy bien y despertarse siempre algo antes de la hora en la que se tiene que levantar para disfrutar de diez minutos en la cama pensando en chorradas. (Montalvano dixit). Una mañana, a traición, le asalta un pensamiento: “El día que yo me muera…” No lo llega a terminar. Cree que si la idea se completa, se convertirá en una de esas temibles profecías autocumplidas. Desde entonces utiliza el despertador para evitar en todo momento que se le cuele la maldita frase. Se acabó el retozo intelectual de las mañanas. Tampoco ha mejorado la consideración que su mujer tiene de él.
Creo que la solución Montalvano es la peor posible.
Hay que permitir que incluso los temores tengan su momento.
Pero sólo ese momento. Ni un minuto más. Hay que permitirles que salgan a la superficie y animarles a quedarse fuera.
Para ello lo mejor es generar pensamientos cálidos que ocupen el reducido espacio del alma , es decir, del cerebro.
1 comentario:
"Hoy he caminado una hora..."
Para alguien como tú, acostumbrado a darse "pechadas" en el monte, imagino será una de las cosas que más eches de menos, no?
Aupa Jorge, que cada vez falta menos para volver a casa, con los tuyos, con los nuestros.
aunque yo también no pueda escribirte todos los días, te leo todos los días y... espero sientas que estoy cerca de ti.
Besarkada bat.
Ignacio.
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