domingo, 20 de enero de 2008

Bitakora Koadernoa. 20.01.08 Breve puesta al día.


Novedades: Hace más de un mes que no he publicado nada. Después de tanto tiempo no voy a hacer una descripción exhaustiva de los encuentros y movimientos de estas semanas. Me limitaré a contar algo que pueda tener siquiera un remoto interés para aquellos despistados que accedan a leer lo que aquí se expone.

El tiempo transcurre a una velocidad muy diferente cuando se está ingresado en el hospital o cuando se está en la calle: Salí de la Resi el 17 de diciembre y he vuelto el 7 de enero. Es decir, tres semanas fuera en el que el tiempo transcurre muy rápido y dos semanas de tratamiento y recuperación en el que cada día parece algo más largo que el anterior.
Tras 50 días aislado en una habitación estaba mucho más débil de lo que me imaginaba. Me encontraba muy bien pero con grandes dificultades para seguir el ritmo de la rutina cotidiana de las personas a mi alrededor y además no llegué en ningún momento a recuperar el tono físico que esperaba alcanzar. Es muy frustrante el darte cuenta que no eres capaz de darle la vuelta a la sartén en la que estás haciendo la tortilla de patatas. Sobre todo porque lo descubres una vez que ya se te ha caído su contenido a la fregadera.
El año lo terminé cogiendo un monumental catarro. En condiciones normales no tendría mayor importancia que las molestias propias de este tipo de achaques pero para mí supuso el tener que quedarme en casa la mayor parte de los días, retrasar una semana la reanudación del tratamiento, y lo más fastidioso, encontrarme con una sinusitis severa cuyo tardío tratamiento me está obligando a permanecer ingresado más tiempo que lo que preveía.
Cada vez me gusta menos este período de navidades y me da la impresión de que no soy el único. He tenido la ocasión de estar en contacto con muchas personas diferentes, por teléfono, mail y sms y he percibido un gran descenso de los tópicos mensajes de felicidad y buenos deseos propios de otros años. Un amigo asturiano que pasó hace unos pocos años por una experiencia de una grave enfermedad me decía que es imposible evadirse de ese ambiente extraordinario de reuniones familiares, comidas y atenciones con amigos y conocidos, y que cuando estás limitado físicamente lo único que quieres es que pasen las fiestas cuanto antes. Coincido con él.
La vuelta al tratamiento y a la quimio ha sido dura. Este cuarto ciclo ha sido el más difícil. Me ahorraré los detalles.
Estoy a la espera de que la sinusitis se cure definitivamente, desaparezcan los episodios de fiebre y me dejen salir. No sé por cuanto tiempo pero espero que al menos pueda estar en casa hasta el comienzo de febrero. Este nuevo programa de estar combinando períodos de ingreso y de estancia en casa es, sin duda, mucho mejor que el de permanecer aislado pero tiene la facultad de generar frustración cuando el período en el hospital se prolonga más de los inicialmente previsto o no puede uno contar con seguridad del control del tiempo para temas personales o profesionales.
Poco fútbol y poco cine. (Salvo varios pases de El Señor de los Anillos con los rusos). Me ha costado encontrar lectura interesante. He deambulado por varias novelas hasta que me he animado con Javier Marías. Siempre me habían dado pereza sus novelas aunque lo sigo mucho como columnista. Me he tragado las 700 páginas de “Tu rostro mañana: 3 veneno y sombra y adiós” en apenas una semana. Me gustan los temas que trata, los argumentos con los que los distintos personajes exponen sus puntos de vista y particularmente la permanente sorpresa y envidia que me crea el pragmatismo moral anglosajón, y me gustan las excusas narrativas elegidas para seleccionar el contexto y los personajes…pero no me gusta lo farragoso y pesado que se pone con muestras innecesarias y excesivas de erudición. Es como si quisiera demostrar que se sabe el diccionario de sinónimos de memoria. Es la tercera parte con la que concluye el libro “Tu rostro mañana”. Yo no he leído los dos anteriores. No es imprescindible pero si pudiera echar marcha atrás empezaría desde el principio.

Sentsazioak: Hiru hilabete igaro dira gaitzaren aurka tratamenduarekin hasi nintzenetik. Aurreara begiratzerakoan gutxienez beste lau edo sei hilabete (medula transplantearen arabera) eta errekuperazio denbora gehigarria beharko ditudala ohartzen naiz. Luze. Oraindik bide erdira iritis gabe.
Tentsioak eta patxarak helmugatik nagon distantziaren arabera neurtu eta kudeatu behar ditut. Ni eta ingurukoak erretzeko arriskuan ez jartzeko.
Transplantea egingo den ala ez jakiteak dena aldatuko duelakoan nago. Egiterik ba dagoela esaten ba didate denboraren mapa egiteko aukera bat izango dut. Prozesuaren mugarriak azaleratuko dira eta distantziak neurtzeko aukera eskuratuko dut.
Transplanterik ezean, indefinizioak zama dakar. Gaurkotasunak indar gehiago hartzen du urrutiko helmuga beti lanbropean egongo bait da.
Amorratu xamarra nabil nire denbora ezin kontrolatzearekin. Osasun egoerak eta medikoak jartzen dituzte arauak eta epeak. Nahiz eta horrela izan behar dela jakin kostatzen zait onartzea. Gehien bat ondo aurkitzen naizenean. Ahul eta sugarrak jota nabilenean kimioarekin ez ditut horrelako gogoetak egiten.

Emociones: Estoy contento de conocer a todas las personas que me han mostrado consideración y aprecio.
En el universo de conocidos más bien próximos o con los que he mantenido una relación más estrecha, como es lógico ha habido sorpresas de todo tipo, pero me quedo sólo con las buenas y con la recuperación de todos aquellos amigos a los que daba por perdidos en la distancia y en el recuerdo.
Durante estas semanas he pensado varias veces en las emociones que actúan como fuerza conductora en todas estas personas.
Sé que mi enfermedad, aún con su riesgo de desenlace fatal, no es hoy la situación más extrema por la que una persona puede pasar. (Aunque para mí sí lo esté siendo. Nada que ver esta vivencia con anteriores exposiciones a una muerte cierta que por accidente, imprudencia o imbecilidad propia y ajena me han tocado vivir, pero que en todo caso nunca han ido más allá de unos segundos o minutos). Por lo tanto no creo que lo que mueve a mis amigos y conocidos sea el nivel de gravedad objetiva de la enfermedad sino la percepción del miedo y el desasosiego que me puede estar causando. Esto es lo que más me emociona.





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