Novedades: Todavía estoy en el hospital. Ingresé para seis días y llevo veinte. No sé cómo se han complicado tanto las cosas ni si realmente estoy mejorando de la pérfida sinusitis.
Del catarro mejor no opinar. Hace más de un mes que ando a vueltas con él. Me acuerdo de Gabriel García Márquez que afirmaba que la única recompensa que obtuvo del gran esfuerzo de dejar de fumar fue el conseguir un constipado crónico. En aquel entonces yo no creía en constipados crónicos pero con estas últimas experiencias es probable que cambie mi punto de vista.
No puedo evitar el enfadarme en esta situación. No culpo a nadie. Los médicos se atienen a un principio de prudencia que considero que está más que justificado y enfermeras y asistentes tratan de ser amables y darme consuelo. Me da igual: yo me enfado.
Al parecer soy el único que no puede ocultar su irritación y en comportarse con cierta incorrección con el personal del hospital cuando me tiene que anunciar la prolongación del internamiento. Me fastidia el no controlarme pero nunca he sido capaz de disimular y recibir con sonrisa beatífica las malas noticias. Puede que sea soberbia o simplemente falta de educación. De lo que no me cabe duda es que me encuentro mucho mejor cuando bufo y pataleo.
Todo o anterior no son más que incidentes de segunda derivada. En lo que se refiere a la partida principal sigo sin noticias de lo que ha podido encontrar la Fundación Carreras. Dentro de tres o cuatro semanas como mucho espero que me den noticias acerca posibles donantes compatibles.
Osakidetza está contactando con algunas de aquellas personas que se han ofrecido como donantes y algunas de ellas han pasado ya por la entrevista personal y la extracción de sangre. Con las personas fuera de Gipuzkoa tienen un cierto descontrol. Les da lo mismo convocar en Donosti a personas de Gasteiz, Bilbao, Madrid o Sevilla y cuando se les solicita telefónicamente fórmulas para dirigirse a centros de salud públicos próximos a los lugares de residencia se plantean dificultades.
Lo comento para tranquilidad de aquellos que habéis tenido experiencias de este tipo durante los últimos días.
El número de personas que han dado su nombre como candidatos a donante, y aquellas que deseando hacerlo por circunstancias de edad o de enfermedad no lo han podido hacer, están cerca de cien. Me siento muy orgulloso de conocer a tanta gente solidaria.
Sensaciones: El tiempo lo dedico a dormir, leer, hacer sudokus y tontear al ajedrez. Parece una situación envidiable, y hay personas maduras y cuajadas que anhelan encontrar el momento para refugiarse en algún lugar tranquilo en el que hacer lo que yo hago por gentileza de osakidetza. Lamentablemente este período de sosiego va acompañado de una molicie intelectual insuperable. Me refugio en lecturas ligeras y en conversaciones banales y esquivo los temas problemáticos o inquietantes. Hay épocas en los que lo que toca es dar descanso a la mente lo mismo que al cuerpo, pero también creo que en parte me falta la excitación intelectual del contacto con el mundo exterior. No hay Brain-Training ni ningún otro programa de ejercitación del cerebro que pueda competir con lo que nos hace discurrir un día normal con sus miles y miles de impactos exteriores sobre nuestros sentidos y nuestra capacidad de percepción.
Solicitud de ayuda: Quisiera poder transmitir a mis hijos lo importante que considero el ser solidario. Vuelvo con insistencia sobre este tema porque se dan infinidad de situaciones en la vida cotidiana en las que las actitudes egoístas o exageradamente personalistas de ellos o de las personas de su entorno dan pie a abordar el tema, pero siempre es en clave de sermón paterno y con la puesta en escena que acompaña a los discursos serios. Estoy buscando un cuento con personajes que les resulten próximos y una historia que puedan recordar durante años, y que transmita con claridad las bondades del ayudar a los demás.
¿Conocéis algo que me pueda servir?